Decido salir de San Francisco, sin deseos de irme y con la intención de volver pronto. Esta ciudad es increíble, desde el momento que entré por el menos conocido Oakland Bay Bridge, pero no por ello menos espectacular que su hermano el famoso puente "Golden Gate", esta ciudad me enamoró. Fue amor a primera vista pero será amor eterno... Su barrio chino, la pequeña Italia, el turístico Pier 39, Sausalito, sus famosos tranvías.... La gente, todo en esta ciudad me pide volver.
Puse en mi gps Seattle, y no presté atención a la ruta por la que me llevaba, detalle que aunque me regaló un último paso por el Oakland Bay Bridge, me supuso subir por la 5 en lugar de la costera 101, que era mi primera intención. El tráfico que venía en sentido contrario me hizo desistir de dar la vuelta, por lo continué por la antes mencionada 5 dirección Norte. Al principio la carretera era monótona, ya es una recta interminable, en la que el paisaje a los lados no dejan de ser inmensos campos de trigo que para colmo ya ha sido segado, por lo que tengo que emplearme a fondo para no dormirme ante tanta monotonía y en una de las paradas me tomo un café y una bebida energética, dicho cocktail cumple su función, aunque descubro que de haber esperado un poco no hubiera sido necesario, ya que el paisaje empieza a cambiar y el llano empieza a ondularse y el trigo deja paso espesos bosques que escalan preciosas montañas, a su vez la carretera me ofrece curvas de divertida trazada que me permite disfrutar de la conducción aunque no tanto del bello paisaje. Junto a la carretera aparece un bonito lago al que da nombre su guardián, una montaña que sobresale del resto, el monte Shasta con sus 4317 m de altitud, muestra su cumbre de nieves perpetuas con las que poco a poco se encarga de alimentar al lago.
Dejo el estado de California y me adentro en Oregón. Las montañas boscosas a cuyos pies se encuentras grandes llanuras y ranchos me acompañaran todo el camino del día de hoy, trayendo a mi memoria, esas películas que tanto me gustaban de pequeño de indios y vaqueros.
Me detengo en Roseburg, por hoy ya está bien y después de un baño reconstituyente, voy a un bar que me indicó, con acierto, la señora de recepción donde degusto una deliciosa carne con una mejor cerveza de fabricación propia y me voy a descansar.
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